2013/08/11

Descendiendo Aritzgane


  Gotzon, Josu, Santi, Petrus, Oier, Martín

  Josu alargaba el brazo sin mirar atrás y pedía herramientas. ¡La maza y el cincel! La broca pequeña. Vale. Ahora la larga. Y yo mientras había empezado a reconocer aquel olor, ya casi olvidado, tan pegajoso y húmedo. Ese olor a barro. Nos habíamos incrustado en una gatera vertical que iba estrechándose. Al fondo mostraba un conducto horizontal, un pasadizo miserable con final en incógnita. Le pasaba las herramientas infestadas de lodo y Josu  intentaba sin éxito hacerse hueco. Era 11 de agosto de 2013 y, aunque no lo sabíamos, estábamos hollando la cueva más profunda explorada por el ADES.

  La sima se encuentra en la vertiente norte del monte Aritzgane. Para llegar hay que adentrarse en las laderas de Ereño y seguir un antiguo camino de carretilleros. Antes de llegar a la cruz tallada, hay un pequeño agujero que absorbe aire.  Allí nos metimos todos. Primero fueron Gotzon y Josu, en lanzadera, para empezar la desobstrucción. Yo les seguí de lejos, renqueando. Después entraron Santi, Petrus y Oier. Rapelando, Aritzgane puede resultar incluso bonita, la concatenación de pozos,  el agujero de 40, tan vacío y oscuro, y esas paredes cristalizadas que estallan con el contacto. Yo descendía encantado, hasta que llegue a la zona de desobstrucción. Acababan de abrir una grieta vertical de unos poco metros. Esa bajada superaba ya los -200 y también un record de profundidad para el grupo. El equipo lanzadera rapeló por la cuerda y al de un rato pudimos oír la voz de Gotzon.  Esto se acaba. El paso descendía y se estrechaba aún más. Al fondo había una gatera horizontal que PODRÍA tener alguna posibilidad de continuar. Estábamos sedientos y queríamos llegar al río, así que Josu, Petrus y yo intentamos abrirnos paso. No hubo éxito, se nos acabaron los trucos de magia y tuvimos que tocar a retirada.  De volver, habría que hacerlo con “armas” más grandes.

    Si la bajada pude disfrutarla, la subida fue otra cosa. Como dicen por ahí, bajar, hasta la mierda baja. Subiendo, el barro se te agarraba y te tiraba hacia abajo, y también agarraba al petate, y el crol y el puño resbalan en la cuerda y hasta podías masticarlo. Ese lodo llegaba incluso a soltarte los nudos de los cabos. Subíamos, igual que limacos marrones, hasta ver ese agujero luminoso y agradecer el aire limpio de la entrada. Los datos más técnicos que conseguimos, la temperatura de los termómetros, bichos, etc., lo explicará mejor el nuevo zoólogo del grupo. El aliento de la cueva sigue siendo un misterio, tanto el cambio de sentido del viento como la brisa que hay allí abajo. Aritzgane podría convertirse, al estilo Lezandipe, en la nueva perdición del ADES. Fuera de la cueva comimos algún cacahuete y nos dirigimos cansados al agujero que había encontrado Antua a unos 30 m.

   Al llegar, Oier trató reptar al interior, bufaba, pero no conseguía entrar. Sufría un brote de locura y ya no sentía el agotamiento. su único problema era una gran roca que dificultaba la entrada.

   Lo que sucedió a continuación sólo podría describirse como salvajismo prehistórico. Oier comenzó a invocar cánticos guturales y Gotzon cogió la maza, y dimba dumba, golpeaba la roca totalmente ido. Josu y yo empezamos a apalear las zarzas de alrededor y lanzarles troncos a la maleza. Santi agarró un palo- casi un árbol- dos veces más grande que él y lo empuñaba como una maza sobre la cabeza de Gotzon. A Petrus el cansancio le había dejado un momento de lucidez y no paraba de decir, ¡pero estáis todos locos! La piedra fue cayendo a golpe de maza, cada vez más adentro, y allí la siguieron Gotzon y Oier, hasta que quedó sepultada en el fondo. Con ese impulso de exploración, hubo un caos de cascos, Gotzon tenía el de Josu, Josu el mío, yo el de Petrus, que se quedó descabezado en la entrada, y Santi con su propio escurión. Entramos. Oier equipó el pozo que había tras el destrepe, tan prometedor, pero no encontró gran cosa. La incógnita de un pozo paralelo. Otro misterio más.

  No conseguimos lo esperado, ni tocar agua ni alcanzar un nivel fósil paralelo, pero esa cerveza en el bar de los cadáveres no pudo sentar mejor.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Da gusto leer tus crónicas Martin, consigues que el lector se sumerja en las palabras y se sienta parte de la expedición! Que bien que vuelvas a las andadas, jeje!

Unai dijo...

Ederra kronika bai!